viernes, 3 de agosto de 2012

Dicen que se fue con un suspiro, tenia 90 años y una vida bien vivida, quizá por eso pudo  prepararse para su muerte, decidió que era el momento y se dejo ir con una exhalación, sentada enfrente del féretro me doy cuenta de la fragilidad de la existencia y el tiempo perdido.

Ningún muerto se parece a lo que fue en vida, les falta algo, quizá es que el alma ya ha salido de ellos y los ha dejado vacíos, quizá es algo que solo pienso yo. Mientras abrazo con cariño, pienso que lo mejor que le puedes dar a alguien que ha perdido una parte de si, es un abrazo. Creo que con  la perdida de una persona que amamos se queda parte de nosotros, es como si por dentro una parte nuestra, también muriera.

Con la mirada perdida, me hago preguntas sobre la vida y la muerte y me entra una nostalgia acongojada, de esas que te apachurran y no puedes respirar. Si, de esas.

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