lunes, 5 de julio de 2010









Hoy todo regresa a la normalidad después del "Huracán" viene la calma, y mientras me bañaba con agua turbia por las obras de reconstrucción de agua y drenaje...pensaba, hasta que escuche a mi mama decirme a gritos algo, no fue hasta su tercer indicación que supe lo que me decía: No abras la boca! no abras la boca!!...demasiado tarde, ya me había tomado al menos un trago de agua sucia, luego pensé.- que importa! al menos tengo agua y de este pensamiento se desencadenaron los siguientes: y tengo luz, gas, comida, una cama seca donde descansar, así que tomar agua sucia no me molesto, luego pensé en esa gente que se tomaba fotos el domingo a un lado de la devastación, fotos que espero que no circulen en un par de décadas en Internet, ya que esa no es la realidad de lo que dejo el huracán, obviamente ellos no perdieron nada, solo las vías rápidas de circulación en la ciudad, igual que yo, somos los afortunados.

Hoy de camino a la oficina y del lado contrario del que circulaba por constitución se podía observar lo que dejo el huracán...nada, donde había un campo de golf, canchas, pistas, puentes etc etc hay un rió que corre libremente como si nunca hubiera existido nada, solo el, sobre lo que quedo de calle hay pedazos de asfalto, basura, lodo y un caballo muerto, soledad y destrucción. Alfredo dice que el rió se ve desnudo, lo corrijo diciendo que la ciudad es la desnuda, parece un Monterrey antiguo de foto tomada en color sepia, todo lo que daba color desapareció y espero que no les queden intenciones de construir de nuevo sobre el río o en sus orillas.

Llego a la oficina, comienzo a escribir esto mientras tengo montañas de pendientes y no se por donde empezar. Justo ahora viene a mi mente que lo que deja un huracán en la ciudad es lo que deja un mal de amores en el alma, un conjunto de ruinas, basura y color gris. Y asi como sanamos el alma y todo queda en un recuerdo, asi pasa con todo, todo pasa, aprendemos de los errores y crecemos, nos hacemos fuertes.




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