martes, 4 de octubre de 2011

Y de repente todo esta bien claro, como siempre la extensión de mi cerebro es tan objetiva que me hace volver a mis cabales cuando me estoy volviendo loca. Llegue a las 8 con una botella de tinto y una caja de chocolates, dispuesta a ahogar mis penas en alcohol, me dejo hablar y hablar y hablar y sacar todo de mi ronco pecho, hasta que intervino y dijo.- Tienes hambre? lo pensé y respondí.- Si

Ella cocina, yo lavo los trastes, así es esto, así ha sido y creo que así sera, y mientras cada una hace sus actividades seguimos platicando, yo sacando mis mas ocultos pensamientos y ella escuchando, nos sentamos a cenar, devoramos la comida y yo la comida y el vino, disfrutaba cada sorbo mientras se me adormecía el cerebro y hablaba de todo y nada, de nada y "Fausto" de todo y Ernesto. Le mostraba unas fotos, cuando por mi mente paso... debí borrar las de "Fausto", era demaciado tarde ella ya comenzaba a decir la letanía de No`s, facilmente pronuncio; no, no, no, no, no, cincuenta veces en diferentes tonos de voz mientras se estrujaba la cara entre las manos y me decía; nooooo, Aaron! te acuerdas de Aaron?!! el era guapo a comparacion de Fausto!! y empezó ahora la letanía de adjetivos calificativos nada agradable y después de unas cuantas carcajadas, volví a mi paz, no por eso deje la bebida, no, el vino tinto en la copa me seguí atrayendo y mis labios deseaban como se desea un beso el exquisito sabor del vino.

Una vez que se fue el oyente, pudimos hablar de otras cosas, de la otra historia, luego del hermoso presente que crece dentro de su vientre y sonreímos. Hablar con ella es uno de los mejores regalos que me da la vida, saber cuanto nos conocemos, cuanto intuimos de nosotras, cuanto sabemos, cuanto confiamos y cuanto nos queremos.

Ya para despedirnos sacamos la botella del congelador y me dijo: no se te antoja?! tiene hielo! y le dio un trago del pico y me dijo, llevatela para el camino y yo obedecí, al salir a despedirme le saque el corcho y ante el silencio de la noche se escucho algo escandaloso, ella mientras tanto perseguía al perro callejero que odia, y yo la veía con su panza de canguro y sonreía con ella y me compadecia del perro, subí a mi auto y disfrute del trayecto como nunca antes, con una botella de vino tinto, el aire fresco de octubre, la carretera vacía toda para mi y la paz de una platica mas con mi mejor amiga.

Que mas puedo pedir?

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