domingo, 18 de diciembre de 2011

Entre el amor y nada hay algo, debe de haberlo, se aferraba a ese pensamiento mientras pensaba en el, en el, que le inspiraba todo y en un momento podía no inspirarle nada. Después de la terapia y con la mente muy clara ya no era lo mismo el amor. Ante sus ojos ya no habían mas nubes rosas ni sentía mariposas en el estomago, todo eso se había convertido ya en decisiones tomadas con la cabeza fría. Y del corazón ni hablemos, hace algún tiempo no sabía de él. Tenía algunas teorías, se había congelado, se volvió piedra como quien mira a Medusa, o se había quebrado tantas veces que su tamaño se redujo a menos que nada. A veces lo escuchaba latir, pero asumía que en su lugar estaba una maquina que bombeaba sangre y hacia sus funciones.
Estaba con él, lo había decidido un día sin pensarlo mucho, total no encajaba con nadie o nadie encajaba con ella, lo eligió por atípico, por esa combinación de otra época y esta, por ese peinado anticuado y sus ropas. Lo eligió porque si, mas bien, lo eligió porque no, porque no había razones para no hacerlo, se veía inofensivo. Le parecía graciosa su forma hablar, esa forma que la hacía enojar casi siempre, porque su cerebro no conectaba casi nunca con lo que su boca decía. Le parecía inofensivo, desesperante, diferente, justo lo que buscaba, alguien que no tuviera nada de los demás, de su lista de pendejos. Había pasado su vida eligiendo mal, sabía que no debía equivocarse, antes de él y después del otro, quería darse un tiempo a solas, pero la pasión le ganaba, necesitaba un hombre, alguien a quien abrazar y con quien compartir la cama. Siendo esa su necesidad, había elegido bien. En cuanto a lo demás, no pensaba mucho. Prefería no hacerlo. Porque iba a querer hacerlo si de cualquier forma lo que pensara podían ser solo expectativas creadas por ella misma, idealizaciones erróneas, porque querría pensarlo?
Su vida ya la consideraba demasiado complicada para agregarle drama, aunque se descubría en algunas ocasiones dramatizando sin sentido, pensando en él como un posible candidato para compartir la vida y eso la asustaba. Le llenaba de monstruos la cabeza, pensaba casi siempre en los motivos de futuras separaciones, en situaciones, peleas y desencantos, tenía varios escenarios, varios argumentos y varios motivos, se atormentaba por lo que aun no pasaba cuando estaba sola, y cuando estaba con el disfrutaba del presente. El se sentaba junto a ella en la oficina, el era lo que ella tenía para mirar a su lado izquierdo y ella le hablaba dulcemente, así empezaron a involucrarse, fracturados emocionalmente, sin pensar en el futuro, decidieron un buen día, compartir el tiempo, su tiempo.
Entre el amor y nada hay algo, eran las 5:50 y esperaba con ansias la salida mientras le miraba el perfil pensando eso. Le miraba las manos, lo miraba completo de pies a cabeza y en esos momentos no sentía nada, tal vez un ligero cariñito, estaba molesta. Tal vez lo quería más de lo que se había dado cuenta, o tal vez no.

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